Después de comer volvemos a tumbarnos un rato y luego vamos a la playa. Más de una hora de baño porque las olas estaban fantásticas. Además el agua estaba calentita y la niña se lo pasó en grande. Tuvimos que salir porque no podía más. Tere y Aitana completaron la tarde con su ya habitual lamento en busca de conchas. Mientras tanto una panda de alternativillos se puso delante. Para ellos no hay COVID, todo abrazos, besos y conversaciones bien pegaditos.
De noche fuimos a cenar donde siempre, pero resulta que cierra los martes y terminamls en el de al lado. Bien, pero menos cantidad y más caro. La ración de pescaitos era bastante menor. Sin embargo el menú de Aitana sí tenía bastantes Nuggets y patatas.
No pudimos tomar helado porqie fue imposible aparcar donde la heladería habitual. Menos mal que en el menú de Aitana venía incluido el helado.
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