viernes, 23 de febrero de 2018

El final de la esperanza. Epílogo

La guerra ha terminado hace un mes y no tenemos noticias. Las niñas preguntan por su padre y no sé ya que decirles.
Nadie sabe nada, nadie nos dice nada. Pero me niego a pensar lo peor. Hoy ha llegado una carta que escribió la noche del armisticio. Transmite desesperación e incertidumbre en el futuro. Sin embargo esa misma noche se firmó la paz. Ya no le pudo pasar nada.
¿Por qué no nos dicen dónde está su regimiento y cuándo volverán a casa?
¿Por qué no vuelve?

jueves, 22 de febrero de 2018

El final de esperanza. Tercera parte

Hemos empezado el día con unas órdenes insensatas. El plan es atacar sin dar la alarma y sin fuego previo de artillería. Intentar sorprender al enemigo. A estas alturas sorpredernos unos a otros es imposible, pero, órdenes son órdenes.
He mandado a mis hombres a una carnicería sin sentido, a una muerte segura. Unos instantes después ha llegado un mensajero con el acuerdo de paz firmado hace 5 horas. Me he vuelto loco y he tocado la sirena como si quisiera aplastar el botón. No ha servido de nada y cuando me he apoyado en el parapeto no quedaba nadie. Todos han caido.
¿Qué he  hecho?
¿Qué me han pedido hacer?
¿ A quién se le ocurrió firmar la paz y no comunicarlo hasta 5 horas después?.
¿Qué más da si hemos ganado o hemos perdido si desprecian de esta manera nuestras vidas?
¿Para qué han muerto mis hombres? ¿Alguien responderá por esto?

miércoles, 21 de febrero de 2018

El final de la esperanza. Segunda parte

Esta mañana han circulado rumores de una tregua por las trincheras. Creo que el hambre nos está jugando malas pasadas.
Suena la sirena mientras sigo disparando la metralleta. Este último ataque ha sido el más insensato de toda la guerra. No entiendo la razón de esta ferocidad. Menos aún cuando no ha habido artillería de cobertura ni antes ni durante el mismo. Pensarían que tras tantos asaltos fallidos por fin habrían de quebrar nuestras defensas.
Veo como cae el último soldado que quedaba en pie. Quizás a causa de una de las últimas balas que disparé cuando ya sonaba la sirena. Un sargento me agarra por detras y me dice alegremente que la guerra ha terminado. Ayer noche firmaron la paz. Pero nadie nos ha avisado y, parece ser, a ellos tampoco.
¿Qué locura es esta?. La guerra ha acabado y nosotros matamos y ellos mueren en esta mañana gris infame. Hemos matado a cientos de camaradas que ya no eran nuestros enemigos.
¿Podremos perdonarnos esto algún día?
Es duro pensar que tengo que vivir una vida normal después de estos años de trincheras. Sin embargo, vivir con este genocidio de hoy, nos quita la última posibilidad de vivir como personas.
¿Por qué nos han hecho esto?

martes, 20 de febrero de 2018

Vacaciones del verano 2017. Sexta parte

Primer día de playa. Este año la urbanización está tan pegada al mar que podemos ir andando. El día está regular y el agua fría, así que sólo nos bañamos Aitana y yo. Además nos las arreglamos en un trocito de arena entre las piedras para hacer castillos con los cubos. Como todos los años terminamos la mañana en la piscina.
Comemos arroz en casa y después, mié tras friego, Tere y la niña hacen dibujos y letras en el salón.
Volvemos a la playa pero el aire frío hace que esté desapacible, así que volvemos a la piscina.
Pero el día no ha acabado, después de cenar nos vamos al centro del pueblo a los caballitos. Se monta tanto que termina agotada y se duerme en el coche.
La temperatura no acaba de subir, parece una primavera tardía. Algo extraño para el sitio y la época del año en que estamos.

Vacaciones del verano 2017. Quinta parte

Día 1 de julio. Ahora empiezan las vacaciones de verdad. Nos levantamos tarde porque por la noche se despertó la niña y tose durante mucho rato. Al final se durmió en mis brazos hasta las 7 y media de la mañana. Nos vamos a un café de la calle Alcalá donde desayunamos todo tipo de Donuts y compramos propóleos en la farmacia de enfrente.
A las 11:30 salimos por la M30 hacia la A4. El terreno no puede ser más desolado. La meseta sur es mucho más árida que la meseta norte. A medio camino nos llama el del piso para decirnos que nos puede dar las llaves a las 3, así que hacemos toda la ruta sin parar. Asį que del desfiladero de Despeñaderos, los Olivares de Jaén, la vega de Granada y la bajada del suspiro del Miro solo disfrutamos de paso. Otra vez será.
Llegamos a las 3 y cogemos el piso. La verdad es que el piso y la urbanización son espléndidos. La terraza que da a la piscina es increíble, una gozada para relajarse. No así la playa que es peor de lo que esperábamos. Es de piedras y con agua fría. Además se hace muy profunda nada más entrar. Por contra el agua de la piscina es agradable e incluso caliente en la de los niños.
Por empezar como siempre nos vamos a la compra a Mercadona y luego cenamos en casa. Nos vamos pronto a la cama porque estábamos muy  cansados. Mañana será otro día.

Vacaciones del verano 2017. Cuarta parte

Miércoles de julio. Aunque estamos en Motril al lado del mar, cogemos el coche y nos vamos a Granada, es decir, alta montaña. La autopista que sube es espectacular, preludio de un gran día.
En Granada, Rosamari nos enseña un monasterio y una iglesia de barroco granadino espectaculares. No se puede creer que algo esté tan sobrecargado. Sin embargo, el efecto es bonito.
Después de comer en un bar típico granadino, recomendado por el vigilante del monasterio, nos vamos a ver la catedral y las tumbas de los reyes católicos. La catedral es enorme, pero no muy espectacular. Las tumbas sin sencillas, pero estremece pensar que pertenecen a los reyes que acabaron la reconquista e iniciaron el Imperio.
La tarde la dedicamos a la alhambra. Ya desde que empiezas la visita en el generalife te fascina. Los jardines y las fuentes son tal y como las has visto en miles de fotos, pero con la magia de estar alli.
Tras un pequeño paseo por lo que sería la ciudad interior llegamos a los palacios sefardíes. No tiene descripción. Todo lo que vemos es fascinante. Es cierto lo que dicen, las mil y una noches están aquí. Maravilla, maravilla, maravilla, ...
Sin embargo la visita se hace larga, hay tanto que ver que al final estás agotado y buscas los bancos que te vas encontrando en las salas para poder continuar. Curiosamente, mini aguanta como una campeona. No se queda atras ni se queja en ningún momento.
Como siempre tenemos suerte. No solo ha estado medio nublado y con una temperatura óptima, es que incluso nos cayeron unas gotas en la cola de los palacios que refrescaron todavía más. Perfecto. Duraron cinco minutos, pero lo mejoraron todo.
No puedo evitar pensar en mamá. Varias veces hablamos de Granada y ella siempre hablaba con pasión. Por fin puedo entender el por qué.
Cuando volvemos a Motril nos desviamos hacia las Alpujarras. Llegamos a Lajarón y nos sorprende. En plena montaña un pueblo enorme. Varios hoteles y restaurantes llenan un oueblo de la tercera edad. Está claro a quién está dedicado el turismo.
Pero mini se las arregla para ilusionarnos a todos. Un juego del todo a cien la hace disfrutar y acabar el día como si hubiese conquistado el mundo. Si encima comemos unos dulces típicos que vemos en una panadería, todo perfecto.

El final de la esperanza, primera parte

Amanece.
¡Seguimos vivos!
La noche ha sido tranquila. No se han oido ni disparos, ni cañonazos, así que hemos dormido profundamente. Al menos todo lo profundo de lo que se puede ser capaz tras cuatro años haciéndolo en mantas en el suelo enfangado de los túneles. Total, ya estamos acostumbrados al hedor de miles de cuerpos y ropas llenos del barro permanente de las trincheras.
Al salir del refugio vemos la luz del sol. Mejor, vemos el humo que flota sobre la tierra después de tantas bombas y gases tirados en estos años. Quizá haya lugares del mundo donde todavía se vea el sol, pero es difícil de imaginar.
¡Perra vida! Hace 4 años todos marchamos por las calles con alegría e ilusión. Parecía que íbamos a una fiesta por las risas que hacíamos. Tal era la ilusión en la guerra que se perpetraba que todos creíamos que defendíamos los mejores ideales. Hoy ya no sabemos cuáles eran, ni siquiera quedan ideas. Sólo recuerdos de amigos muertos, de hambre, de dolor y, sobre todo, de una familia de la que nos quedan caras muy difuminadas. Parece que se esconden en la niebla. ¿Seguirán ahí?, ¿nos esperan?. Ayer les mandé una carta, una más. Estos día pienso que ya ni las leen, total algunos de los pequeños ya ni siquiera sabrán quien soy.
¡Un dia mas! A pesar de lo asqueroso de los túneles sólo pensamos en sobrevivir otro día. Pensamos en llegar a la noche para volver a dormir en esas asquerosas mantas que tendemos en el barro y la mierda. En volver a oler el miedo y la inmundicia que se apila en esas cuevas que llamamos dormitorios. ¡Son tantos los que han caído!.
Pero hoy parece distinto, un rumor se extiende de boca en boca: ¡Se ha firmado la paz!. Mentiras y mas mentiras. Es imposible que se haya llegado a un acuerdo en la situación en la que estamos, ¿Alguien cree que hayamos ganado la guerra?, ¿alguien puede creer que la hayan ganado ellos?. Todos estamos igual de enterrados en estas trincheras infernales, tanto da si son las de enfrente o si son estas nuestras. ¿Y si todos hemos perdido?, ¿quien firmará  la laz entonces?.
A pesar de todo todos saltamos y gritamos con alegría e ilusión. Parece mentira quetodos estos años no nos hayan quitado la ilusión. Ni siquiera tantas atrocidades han impedido que estemos ilusionados. La vida es muy curiosa, pase lo que pase siempre tienes ilusión por algo. ¿Merece la pena?. Me abrazo a todos los que están a mi lado. Algunos ni los conozco. Han caído tantos han venido tantos que todos me parecen nuevos. Y todos parecen viejos camaradas. Lo que hace el sufrimiento. Últimamente pienso que el dolor une más que el amor. Pienso mas en mis compañeros de trinchera que en toda mi familia. Parece que la realidad se impone a mi corazón sin cortapisas. ¿Alguien me recordará cuando vuelva?
Sin embargo toda la fraternidad se acaba cuando salimos. Estoy seguro que todos pensamos, rogamos y rezamos para que no nos toque a nosotros. Pensamos en nuestros compañeros, pero en realidad lo que pedimos es que no nos toque a nosotros. La fraternidad es un bonito ideal, pero para los que se quedan en la trinchera. En la tierra de nadie somos humanos, sólo queremos sobrevivir.
Aún así, durante las salidas y con la excitación y los gritos que damos para animarnos, surge lo mejor del ser humano. No porque ataquemos con rabia, si no porque cuando alguno cae siempre hay alguien que lo mueve para ponerle a cubierto. Poco más se puede hacer por los caídos.
Al volver rezamos por todos los que se quedaron allí. Aunque no puedo dejar de pensar que rezamos por nosotros y damos gracias por seguir vivos. Damos gracias porque haya caído nuestro mejor amigo y no nosotros. ¡Otro día más!
Un sargento nos grita que nos preparemos. En una hora vamos a salir. No se atiende a razones, sus órdenes son lo más importante. No ha oído nada del armisticio. De nuevo nos grita para reirse de los rumores. Otra desilusión más ...
A la hora convenida subimos las escaleras y salimos corriendo y gritando por el barro. Otra vez oímos el repiqueteo estruendoso y repetitivo de las ametralladoras. Por todos lados empiezan a caer compañeros mientras avanzamos sin tregua. Al cabo de unos momentos oímos una sirena y unos gritos que vienen desde nuestras trincheras. Pero antes de saber que dicen un latigazo de dolor surge del pecho y no puedo evitar caer rendido por el dolor. En unos instante me veo la pechera cubierta de sangre mientras me cuesta mas y mas respirar.
Unos minutos mas tarde veo pasar a los nuestros y a los rivales a mi alrededor y abrazarse todos juntos. No puedo más y cierro los ojos. A lo mejor si era verdad lo de la paz
¿Por qué morimos?