sábado, 17 de julio de 2021

La mala educación

Las 12 de la noche y las voces son cada vez más altas. Risas, improperios, alcohol, ... 
Es increíble que vayamos a la playa y cojamos un apartamento en una urbanización tranquila para encontrarnos, al final, con los energúmenos habituales. Todos hemos tenido veintitantos años, pero eso no significa que tengamos que hacer el bestia por las casas. Nadie les quita para disfrutar de la manera que quieran, pero respetando a los demás. Encima de energúmenos son analfabetos. Por toda la urbanización hay cárteles pidiendo que se respete el descanso nocturno, la siesta y las normas de la piscina. Pero no saben leer. 
Por la mañana en la playa un grupo de jóvenes se pusieron a nuestro lado y hacían lo mismo. Nada que decir, es de día y es un sitio público. Pero sus voces dan lugar a que les oigamos sus charlas. Deslabazadas, riéndose antes de contar nada, faltándose al respeto, insultos, barbaridades. ¡Ser joven no puede ser sinónimo de paleto. Parece mentira que todos hayan estado, como mínimo, hasta los 16 años escolarizados. 
En ambos casos comprobamos la estupidez de esta generación. Sin género de dudas, es imposible que comprendan los mensajes de la pandemia, son demasiado complicados para su inteligencia. 

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