lunes, 22 de agosto de 2016

Vacaciones 2016. Décima parte

Cuando antes de salir de vacaciones te tomas un espléndido desayuno y luego emprendes viaje tranquilamente, todo va más relajado y se disfruta más. La consecuencia, dos horas y media más tarde, paramos en Vidago.
Este hotel/balneario trae siempre a la memoria imágenes de principios del siglo XX. Siempre merece la pena parar un rato en él, aunque sólo sea para hacer unas fotos. Si encima te encuentras a Alfonso al piano empezando la gira por Portugal, pues ¿qué vamos a decir?.
Después de una coca cola, y el pertinente helado para la niña en el café de enfrente, continuamos viaje. Pronto llegamos a las colinas que enmarcan el Duero. Las terrazas están en unas pendientes que cansan sólo de verlas, pero el paisaje se antoja precioso. La verdad es que todos comentamos que ahora sí que nos convence volver otra vez a hacer la ruta en trenecito y en barca por el río.
Cuando ya nos veíamos en Coimbra se acaba la autopista. Un trozo que parecía corto se convierte en una hora de tránsito por una carretera con bastante tráfico y bajo un sol de justicia. Pero aún así llegamos a Coimbra.
Aquí todo de reduce a la Universidad. Pero tampoco pasa nada porque el salón de graduados, la capilla de Derecho y la biblioteca, junto a la terraza al río, compensan todas las horas de coche. Incluso la escalinata que subimos para llegar al campus se antoja menos dura después del atracón de arte.
Y para terminar un mirador al otro lado del río que permite hacer una fotos de la Universidad que la destacan frente a toda la ciudad, ¡cómo no puede ser menos!.

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