Un fetiche arumbaya ha sido robado del Museo etnográfico, que es devuelto muy pronto. Tintín ve que el original no tiene la oreja derecha entera y deduce que el fetiche devuelto es falso.
Al día siguiente muere Balthazar, un escultor famoso. Tintín encuentra rara la coincidencia e intenta conseguir al loro del escultor, el único testigo del crimen, que se escapa de su dueño.
Tintín recupera al loro pero se le escapa y dos individuos casi lo atropellan. Sin embargo, identifica la matrícula y espía a los malhechores, Ramón Bada y Alonso Pérez. El loro dice el nombre del ladrón del fetiche y asesino del escultor, Rodrigo Tortilla; Ramón y Alonso deciden seguir a Tortilla para matarlo en el primer país inventado por Hergé, la nación sudamericana de San Theodoros.
Los malhechores tienen éxito, pero son capturados e inculpan a Tintín, quien es condenado a muerte pero es salvado por una revolución.
En la revolución conoce al General Alcázar, que le nombra coronel y ayudante de campo. Un grupo de excoroneles intenta matar a Alcázar y mientras el general está de baja, Tintín conoce al señor Chicklet, que reaparece en Tintín y el Arte-Alfa, quien busca iniciar una guerra con la nación vecina de Nuevo Rico. Ante la negativa del reportero de iniciar hostilidades, Chicklet convence a Alcázar de que Tintín es un espía y es condenado a muerte de nuevo.

Tintín escapa con la ayuda de Pablo, un coronel que conspiraba que le perdonó la vida y que reaparece en Tintín y los Pícaros.
Tintín huye y se refugia en Nuevo Rico, donde busca resolver el enigma de los arumbayas. Allí viaja a la jungla y se adentra con la tribu arumbaya. Se encuentra a Rigdewell, un explorador que también aparece en Tintín y los Pícaros, quien le cuenta que Rodrigo Tortilla estuvo con ellos y que el fetiche contenía un diamante que protegía de las picaduras de serpientes a quien lo tocaba.
Tintín vuelve a Bruselas, donde descubre que el hermano del escultor fallecido estaba haciendo talla de fetiches en serie y que los ladrones del fetiche original habían sido Ramón y Alonso. Los dos bandidos mueren ahogados y Tintín lleva el fetiche al museo sin su diamante, pues cayó al mar a la vez que Ramón y Alonso.
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