Los abuelos ven a Elena y se alegran, pero su manera de sentir es distinta y la efusividad es relativa.
Comemos juntos en la tabla con trípodes que usábamos para las barbacoas. Así hemos comido en el portal de puertas y no había peligro del bicho. Comida y regalos de Aitana, una muñeca del cole, un planetario de Tía Rosa y una aletas de baño de los abuelos.
Después del café he llevado a Elena de vuelta a León y Gerente Aitana se han ido a la piscina a bañarse. Todavía a las siete y cuarto he entrado yo a la piscina y hemos hablado con Sandra (la madre de la niña de Canalejas) mucho rato.
De noche salimos a dar un paseo y a la vuelta se había perdido un pendiente de la muñeca. Así que con linterna en mano la niña y yo hemos recorrido el pueblo, aunque no lo hemos encontrado.
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