Después de comer en un garito porque estaba todo lleno cogemos el tren de línea hasta Regua. Una pasada volver a estar en un tren que traquetea, que silva en los cruces, que tiene las puertas abiertas y que huele a tradición.
Tras un refresco en Regua volvemos en el mismo tren. Aitana quiere volver en la plataforma con la puerta abierta, así le da emoción al viaje.
Terminamos la jornada de turismo en la casa Mateus. Muy bonita, mantenidas las habitaciones como debieron ser. Y los jardines preciosos.
Vuelta a la casa y cena en el restaurante del barrio (más "Bacalao").
Terminamos la jornada con una larga tertulia con el dueño de la casa. Muy entretenida y didáctica.
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