Obra menor de Alfred Hitchcock. Me gustan mucho algunas de sus cintas, esta le falta bastante para ese nivel. Pero tiene algunos de los matices que luego mostraria en algunas de sus grandes obras.
La historia tiene un buen comienzo, mantiene el interés en la mayor parte de su duración, pero decae abruptamente en el final. Con las idas y vueltas de la mujer que no se entiende que le pasa, ama al protagonista o no, lo deja por el otro o no. La escena del desenlace es complicada. Confusa. No se entiende de que lado esta la mujer, cada minuto cambia.
Es una historia de intriga que echa a perder un poco, la subtrama amorosa.
Me parece un poco exagerado el personaje de Peter Lorre, aunque cae simpático.
Entretiene, pero no logra conmover.
La historia tiene un buen comienzo, mantiene el interés en la mayor parte de su duración, pero decae abruptamente en el final. Con las idas y vueltas de la mujer que no se entiende que le pasa, ama al protagonista o no, lo deja por el otro o no. La escena del desenlace es complicada. Confusa. No se entiende de que lado esta la mujer, cada minuto cambia.
Es una historia de intriga que echa a perder un poco, la subtrama amorosa.
Me parece un poco exagerado el personaje de Peter Lorre, aunque cae simpático.
Entretiene, pero no logra conmover.
La muerte del "General" es totalmente estúpida.
En una escena de "El agente secreto", Madeleine Carroll coge un papel para romperlo por la mitad y, en vez de hacerlo con las manos, opta por la muy fina opción de cortarlo con unas tijeras. Y algo parecido hace Hitchcock con esta película.
Al parecer, el maestro en su etapa británica todavía era un alumno (superdotado, eso sí). Al menos, esa es la impresión que da en la película que nos ocupa: la típica historia de espías y dobles identidades con subtrama de amor cutre incluida, en la que rara vez aplica esa genialidad que convertía el puro entretenimiento en arte. Es decir, que en lugar de emplear su mano maestra, Hitchcock usa unas rancias tijeras.
Así pues, hay que conformarse con fogonazos de talento (la parte sombría del personaje de Lorre, planos inquietos como el del telescopio o el de las orejas en el campanario o el punto de inflexión en el que el asesinato deja de ser un elemento de entretenimiento) que aquí desgraciadamente se quedan en eso, pero que más tarde cristalizarían en esa ristra de obras maestras que jalonan su obra posterior.
Lo que nos queda es una grisácea película cuya parte puramente de suspense discurre entre lo entretenido y lo aceptable, pero que se hunde de forma sonrojante en su vertiente humorística y romántica. Menos mal que diez años después vendría "Encadenados".
Al parecer, el maestro en su etapa británica todavía era un alumno (superdotado, eso sí). Al menos, esa es la impresión que da en la película que nos ocupa: la típica historia de espías y dobles identidades con subtrama de amor cutre incluida, en la que rara vez aplica esa genialidad que convertía el puro entretenimiento en arte. Es decir, que en lugar de emplear su mano maestra, Hitchcock usa unas rancias tijeras.
Así pues, hay que conformarse con fogonazos de talento (la parte sombría del personaje de Lorre, planos inquietos como el del telescopio o el de las orejas en el campanario o el punto de inflexión en el que el asesinato deja de ser un elemento de entretenimiento) que aquí desgraciadamente se quedan en eso, pero que más tarde cristalizarían en esa ristra de obras maestras que jalonan su obra posterior.
Lo que nos queda es una grisácea película cuya parte puramente de suspense discurre entre lo entretenido y lo aceptable, pero que se hunde de forma sonrojante en su vertiente humorística y romántica. Menos mal que diez años después vendría "Encadenados".
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