Para atravesar Siberia bastaría con una semana en tren, varios libros a bordo y la estepa rusa fuera. Pero sumamos seis paradas, seis paseos y el lago Baikal, un desrino milenario, además de un inesperado guía: Miguel Strogoff, el correo del zar, escrito por Julio Verne en 1876.
Parece increible que adentrados en el siglo XXI se puedan seguir casi exactamente los pasos del aventurero literario. Tal es la geografía de Sibería, que sigue centrádose en un corredor por el sur y vastas regiones vacías al norte.
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