Sobre odiseas malogradas, los enamorados del mar tienen mil historias que contar, es casi una inclinación. Los aficionados a las aventuras en alta mar son tan numerosos en los países ricos como las cuentas bancarias capaces de financiar un barco, y el mar, siempre adorado por el hombre libre, sigue haciendo soñar al trabajador del sector terciario. Resultado: las escapadas marinas están más en boga que nunca y siempre van acompañadas de una proporción injustificable de catástrofes en función de la fortuna de los marineros y de los barcos, en ambos sentidos de la palabra.
"Sobre Bisschop y los barocs de cerillas". Un aventurero que hace lo más difícil, atravesar el pacífico en piragua en ambas direcciones. Sin embargo la fama se la llevó otro que le metió literatura al tema.
"Los losers del Titanic" una expedicción francesa que se quedó a milímetros de descubrir el barco por una inoportuna corriente y los posteriores americanos que lo descubren por una oportuna corriente.
"Thierry Dubois y viceversa" un regatista en solitario que le cuesta hasta ser rescatado por la marina australiana
"Peter Blake, la cuarta señal" otro regatista que se va de apoyo a Greenpeace y termina siendo asesinado por los piratas.
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