En la pequeña aldea en la que viven los protagonistas de la serie, así como en sus alrededores, es un día tranquilo y apacible: el bardo Asurancetúrix se ocupa de la instrucción de los niños, y Astérix regresa de caza habiendo cobrado un jabalí. El fabricante y repartidor de menhires Obélix trabaja una nueva pieza mientras canta una canción:
- ¡Dulce Galia...!
Más tarde, Astérix ha invitado a comer a Obélix, y los dos están dando buena cuenta de la pitanza en una mesa al aire libre junto a la casa de Astérix.
- ¿Otro jabalí, Obélix?
- ¡Sí!
De repente, un grito rompe la calma:
- ¡Por Tutatis!
Es la voz del druida Panoramix. Las quejas vienen del otro lado de la empalizada, así que muchos salen del poblado para ver qué ocurre, y acaban reuniéndose al pie de un árbol bajo el que hay un dolmen a propósito para subir y bajar. Viendo la escena, Astérix le dice a Obélix que allí está el druida.
- ¡Está en aquella encina!
El druida baja del árbol y explica su enfado:
- ¡Por Belenos, por Tutatis y por Belisana! ¡Se me ha roto la hoz de oro! ¡Es terrible! ¡Para que el muérdago tenga poderes mágicos, debe ser cortado con una hoz de oro!
De entonces a pocos días, Panoramix habrá de ir a la reunión anual de druidas que se celebra en el Bosque de los Carnutes. El druida no podrá hacerlo sin una hoz de oro. Astérix le sugiere que compre otra, y Panoramix le responde que las buenas son obra de Amerix, cuyo nombre hace alusión al famoso y rico «tío de América» que supuestamente tiene todo el mundo, que las fabrica en Lutecia, y eso queda muy lejos, y para llegar hay que cruzar bosques llenos de bárbaros y bandidos. Astérix se ofrece a ir a Lutecia para comprar la hoz, y Obélix lo acompañará. Panoramix da a Astérix una provisión de poción mágica para que la lleve consigo, y los dos amigos parten ese mismo día. Obélix lleva un menhir a cuestas para regalárselo a Amerix, que es un primo lejano suyo y el miembro de la familia que ha hecho fortuna. Abraracúrcix, el jefe de la aldea, les desea buen viaje y un pronto regreso. Asurancetúrix quiere entonar un canto de despedida, pero todo el mundo regresa a sus quehaceres.
Ya en un bosque, Astérix dice a Obélix que lleva cien monedas de oro para la hoz y unas cuantas de bronce para los gastos del camino y de la estancia. Al oírlo, unos bandidos intentan asaltarlos, pero los dos amigos los despachan sin detenerse. Mientras se van alejando, Astérix lamenta la situación:
- Espero que no encontremos demasiados bandidos por el camino, porque eso hace aún más baja nuestra media.
Tras despachar a los bandidos del bosque, los viajeros llegan a la calzada romana.
Al poco, ven a un lado de la calzada el albergue «El bárbaro arrepentido».
- Este albergue es célebre por su especialidad en jabalí asado.
- ¡Asado o crudo con sal, el jabalí es mi plato favorito!
Al entrar en el albergue, donde pasarán la noche, Astérix pide dos jabalíes. Obélix se apresura a pedir dos jabalíes para él también. Cuando ya están comiendo, otro viajero, al enterarse de que los dos amigos van a Lutecia, dice de ella que es una ciudad hermosa pero muy peligrosa.
Al día siguiente, los dos amigos se despiden del posadero y continúan su viaje. Al ver a lo lejos la construcción de un acueducto, para la que se están empleando unas grúas, Astérix se queja de que los romanos estropean el paisaje. Más tarde, los viajeros llegan a Suindinum (hoy, Le Mans), pero no encuentran alojamiento, ya que ha acudido mucha gente para ver la carrera de 24 horas, en la que participan conductores de carros tirados por bueyes, en alusión a las 24 Horas de Le Mans, una carrera de automovilismo.
Astérix y Obélix ven a Gangstérix, que inmediatamente sale corriendo y es perseguido por ellos. Detrás, va el tendero.
- ¡Al ladrón! ¡Mi filete! ¡¡¡De primera, mi filete!!!
A todo correr, Astérix y Obélix chocan con una patrulla romana.
- ¡Por Apolo! ¿Otra vez vosotros?
Esta vez, los dos amigos son recluidos en celdas separadas. Obélix esperará a que tome la poción Astérix, pero éste está encadenado.
- ¡Ay! ¿Cómo conseguiría yo coger la cantimplora de poción mágica...?
En la misma celda está el borracho (aún borracho), y Astérix le pide que tome la cantimplora y le dé de beber. Para conseguirlo, le permite que beba él también, y así, en un momento se lleva a cabo la transacción. Ya vigorizado por la poción, Astérix arranca el rejado del calabozo, sale de allí y el borracho lo sigue.
- ¡Viva Vergogetrécix!
Astérix avisa a Obélix, que también arranca el rejado de su celda, y los vítores del que los sigue ponen en guardia a la guarnición, y tienen que pelearse con ella en el patio. Ya abatidos los legionarios que han acudido, Astérix dice que es el momento de irse, pero Obélix, viendo que salen más del edificio, no rehúsa seguir el combate.
- ¿No quieres que acabemos primero con esa cohorte?
Astérix quiere salir del edificio para encontrar a Gangstérix. Llegados a una puerta ante la que hay un guardia, éste les dice que en la estancia que hay detrás de ella está el prefecto, y que, por tanto, no pueden pasar. Pasar es lo que hacen los dos galos, y dentro encuentran al prefecto... y a Gangstérix. Detrás de los galos, entra el centurión, y Astérix le dice que el prefecto es el jefe de la banda de traficantes de hoces. El centurión queda asombrado por la noticia.
- Quis, quid, ubi, quibus auxiliis, cur, quomodo, quando?
Enseguida, el prefecto Gracus Astutus reconoce ser el jefe de la banda, y dice que lo ha hecho por el oro, pero también porque se aburría.
- Acta est fabula... Pásame un pollo, Gangstérix...
Interrogado por Astérix, Gracus Astutus revela que Amerix está escondido en el sótano de ese mismo edificio. Los galos se apresuran a bajar, y se da el encuentro entre los dos primos lejanos. El centurión manda quitar las cadenas del prisionero y ponérselas a Gracus Astutus y a Gangstérix. El prefecto Gracus está ilusionado, y se lo comunica a Gangstérix:
- ¡Por fin, un poco de distracción! ¡Cómo se pondrá César cuando sepa que he abusado de su confianza! Nos condenará a remar en sus galeras, o, mejor aún, a ser devorados por sus leones en el circo... ¡Nos vamos a reír más...!
- Sí, mucho.
Astérix y Obélix van con Amerix a su casa, y allí celebran con él haberlo rescatado. Amerix les da la mejor de sus hoces de oro.
Astérix y Obélix salen de Lutecia pletóricos, y por el camino van cantando.
Lutéeeeecia es una rúuuuubia
Por el camino, los viajeros dan cuenta de algunos bandidos.
- ¡Te digo que el cielo nos ha caído sobre la cabeza!
También dan cuenta de algunos bárbaros.
- Perro a fosotros ¿os parrece bien eso?
- ¡Ni porr asomo!
Y de algunos jabalíes imprudentes quedan restos por el camino.
Por fin, los dos viajeros llegan a avistar su aldea:
- ¡Mira, Obélix! ¡Nuestro pueblo!
- ¡Olé!
Habiendo traído la hoz de oro que precisaba el druida, Astérix y Obélix son agasajados con un banquete durante el que el bardo Asurancetúrix estará atado y amordazado en su casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.