Rosamarí en su papel de mamá de bebé achuchando a un vegetal que se queja cada vez que le toca. Fonsa sentada en el sofá con los ojos abiertos (ni siquiera los cierra) y sin reconocer a nadie. De vez en cuando se ríe, pero vete a saber por qué. Félix sentado en la silla totalmente dormido. Eso dicen ellas permanentemente. Yo lo veo despierto, pero vegetal. Es curiosa la locura de Rosamari que se empeña varias veces en criticar al doctor que les dijo que no movería la mano izquierda. Y para demostrarlo le pone la suya debajo y ve como los dedos reaccionan de manera animal cerrándose, pura reacción física animal. Pero ella quiere engañarnos y autoengañarse diciendo que es una reacción de afecto y que, por tanto, tiene sensibilidad. La estupidez llega a que la nueva cuidadora hace lo mismo con la otra mano y ocurre exactamente lo mismo.
El ambiente es el de un velatorio en el que las cuidadoras hacen y dicen lo que se espera de ellas, faltaría más, y los abuelos son juguetes en manos de una loca. Sí no fueran personas sería de risa. Pero son personas a las que se trata como juguetitos que cubren la locura de esta desequilibrada. Vergonzoso!, por no decir otra cosa peor.
Y Teresina sufriendo. Es fuerte y se da cuenta de lo absurdo de la situación. Sin embargo son sus padres y es doloroso para ella. Pobrecina!
No quisiera no mencionar el arreglo del baño, la nueva instalación eléctrica, el todoterreno en la puerta y la desaparación del otro. Como si fuera el ofendido. El orgullo juega estás pasadas.
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