Crónica que ahonda en los orígenes de los Estados Unidos de América, relata la expansión y el asentamiento a lo largo del Oeste americano durante los años previos y posteriores a la Guerra Civil (1861-1865). Y lo hace a través ofreciendo los puntos de vista de familias, amigos y enemigos y cómo se colonizó con sangre, sudor y lágrimas.
Se trata, por el momento, de presentar al elenco de una obra coral, centrada en una serie de conflictos familiares, esbozos de romances y proyectos comunitarios golpeados por una violencia omnipresente. Unos acontecimientos que Costner narra de forma verista y expansiva, aunque la película no llega a presentarse ni como un docudrama sobre el antiguo Oeste –como hiciera Kelly Reichardt en' Meek’s Cutoff' (2010)– ni como un compendio de poderosas estampas históricas, a la manera de 'La balada de Buster Scruggs' (2018) de los hermanos Coen.
Kevin Costner privó a James Dutton (Yellowstone) de un final digno por priorizar la que muy probablemente vaya a ser la obra de su vida, "Horizon". Apuesta arriesgada, y triunfo. Aunque parece más que probable que la victoria termine por ser pírrica, puesto que la crítica ya se ha encargado de fusilar su cinta y no parece estar recibiendo la publicidad necesaria como para, al menos, amortizar la considerable inversión que se supone a una obra de la magnitud de la presente.
Costner construye en esta primera parte de su díptico un gran fresco del Oeste, manejando con destreza todos los códigos del género. Va trazando a través de diferentes peripecias personales y colectivas un gran retrato de un territorio y una época. Todo (o casi) tiene cabida en estas primeras tres horas: los pioneros, los indios, la Guerra de Secesión y el paso del tiempo; así como las pasiones humanas, que aparecen especialmente desnudas en todo western que se precie: el duelo, los enamoramientos, la violencia, la compasión o el rencor.
Tan innecesario como laborioso resulta abordar en una crítica las particulares historias que conforman "Horizon". Le será más grato al espectador que se aventure a su visionado ir descubriendo el devenir y las interrelaciones de las mismas. Lo que sí cabe apuntar son las bases de la cinta. Es un western clásico (y como tal, de una narratividad excelsa), de exteriores, de una belleza visual acorde a sus escenarios. La música también derrocha clasicismo, complementando y no subrayando las imágenes. El reparto es fabuloso. No cuenta entre sus filas con ninguna gran estrella (Costner aparte), ni falta que hace. Hasta el más secundario de los personajes destila sabor a western, logro que cabe atribuir a un tiempo a actores y guionistas. Los diálogos son una conjunción de lirismo y elegancia, sin rozar siquiera la impostura.
Fabulando un poco, "Horizon" podría ser el tipo de película que firmarían, no digamos Ford, pero tal vez sí Raoul Walsh o George Stevens de poder rodar en 2024. Poco más que añadir. Si acaso expresar mi impaciencia por ver el segundo capítulo de esta obra magna y mi gratitud hacia Kevin Costner por mantener viva la llama del western con una película (tal vez dos) más que notable y que, por desgracia, parece "condenada" a convertirse en una obra de culto para los amantes del género.
Costner construye en esta primera parte de su díptico un gran fresco del Oeste, manejando con destreza todos los códigos del género. Va trazando a través de diferentes peripecias personales y colectivas un gran retrato de un territorio y una época. Todo (o casi) tiene cabida en estas primeras tres horas: los pioneros, los indios, la Guerra de Secesión y el paso del tiempo; así como las pasiones humanas, que aparecen especialmente desnudas en todo western que se precie: el duelo, los enamoramientos, la violencia, la compasión o el rencor.
Tan innecesario como laborioso resulta abordar en una crítica las particulares historias que conforman "Horizon". Le será más grato al espectador que se aventure a su visionado ir descubriendo el devenir y las interrelaciones de las mismas. Lo que sí cabe apuntar son las bases de la cinta. Es un western clásico (y como tal, de una narratividad excelsa), de exteriores, de una belleza visual acorde a sus escenarios. La música también derrocha clasicismo, complementando y no subrayando las imágenes. El reparto es fabuloso. No cuenta entre sus filas con ninguna gran estrella (Costner aparte), ni falta que hace. Hasta el más secundario de los personajes destila sabor a western, logro que cabe atribuir a un tiempo a actores y guionistas. Los diálogos son una conjunción de lirismo y elegancia, sin rozar siquiera la impostura.
Fabulando un poco, "Horizon" podría ser el tipo de película que firmarían, no digamos Ford, pero tal vez sí Raoul Walsh o George Stevens de poder rodar en 2024. Poco más que añadir. Si acaso expresar mi impaciencia por ver el segundo capítulo de esta obra magna y mi gratitud hacia Kevin Costner por mantener viva la llama del western con una película (tal vez dos) más que notable y que, por desgracia, parece "condenada" a convertirse en una obra de culto para los amantes del género.
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