Ya lo dijo en su momento el propio Wes Ball, director de El Reino del Planeta de los Simios, que se priorizaría en todo momento trabajar. Esta primera película del nuevo comienzo es prueba de ello.
Es decir, que el presupuesto no es lo más relevante, incluso aunque estemos hablando de una apuesta tan requerida de efectos especiales. Este es el enfoque distinto del plan renovación de la franquicia, y parece que ha ido bien. Es obvio que debe juntar grandes dosis de acción y un apartado visual lo más pulido posible.
Respecto al primer pilar, cumple con creces en los momentos propicios, con luchas y combates que enriquecen la eterna guerra por la dominación de la tierra. Si hablamos de los exteriores, los efectos especiales y todo lo que va en este sentido, es imposible no quedarse boquiabierto. Cansa, porque física y psicológicamente es inevitable, pero literalmente te pierdes, en el buen sentido, maravillado con lo que ves, entre acero oxidado, caballos y flora en abundancia.
Es decir, que el presupuesto no es lo más relevante, incluso aunque estemos hablando de una apuesta tan requerida de efectos especiales. Este es el enfoque distinto del plan renovación de la franquicia, y parece que ha ido bien. Es obvio que debe juntar grandes dosis de acción y un apartado visual lo más pulido posible.
Respecto al primer pilar, cumple con creces en los momentos propicios, con luchas y combates que enriquecen la eterna guerra por la dominación de la tierra. Si hablamos de los exteriores, los efectos especiales y todo lo que va en este sentido, es imposible no quedarse boquiabierto. Cansa, porque física y psicológicamente es inevitable, pero literalmente te pierdes, en el buen sentido, maravillado con lo que ves, entre acero oxidado, caballos y flora en abundancia.
Es decir, lo menos importante de todo lo relevante de El Reino del Planeta de los Simios está asegurado. El objetivo, y sigo con lo de Wes Ball, siempre fue dar peso a la historia, a lo que verdaderamente trasciende. Sí, estamos hablando de un relato contado cientos de veces, que además se incluye en un conjunto inverosímil como es la guerra por la supervivencia entre la especie humana y su pseudocreación peluda. Pero es crucial dotar a la ficción de poso, al menos de vez en cuando, es posible.
Estamos ante una narración de digno recorrido, y por ende gran potencial para seguir desarrollando. ¡Tiene alma! Y qué difícil es verlo en este tipo de géneros. La corteza es la misma, una metáfora incesante sobre sangre, poder y sometimiento a lo diferente. Claro, somos humanos y no aprendemos del todo. Personas y simios representan lo mismo, ambas caras de la misma moneda, para lo bueno y para lo malo.
Y en esta travesía a dos y cuatro patas, entre vuelos de águila y escaladas de montañas, se transpira también lo peor de lo peor, la parte más oscura, la que refiere a la corrupción, la ambición desmedida y los planes endiosados. Ahora, la contraparte que llena el espíritu aparece con más fuerza. Porque siempre es así, con un tamaño más reducido, casi rebuscándolo, pero irrumpiendo para cambiarlo todo. También vemos una historia sobre familia, sentido de pertenencia y lazos inquebrantables, se respira mucho sacrificio, perdón y reconciliación, y hay compasión a raudales.
Ya no hay Andy Serkis ni César, nos situamos 300 años más tarde y sus cenizas han dado paso a la leyenda. ¿Cómo será interpretada por los futuros simios y humanos?
Estamos ante una narración de digno recorrido, y por ende gran potencial para seguir desarrollando. ¡Tiene alma! Y qué difícil es verlo en este tipo de géneros. La corteza es la misma, una metáfora incesante sobre sangre, poder y sometimiento a lo diferente. Claro, somos humanos y no aprendemos del todo. Personas y simios representan lo mismo, ambas caras de la misma moneda, para lo bueno y para lo malo.
Y en esta travesía a dos y cuatro patas, entre vuelos de águila y escaladas de montañas, se transpira también lo peor de lo peor, la parte más oscura, la que refiere a la corrupción, la ambición desmedida y los planes endiosados. Ahora, la contraparte que llena el espíritu aparece con más fuerza. Porque siempre es así, con un tamaño más reducido, casi rebuscándolo, pero irrumpiendo para cambiarlo todo. También vemos una historia sobre familia, sentido de pertenencia y lazos inquebrantables, se respira mucho sacrificio, perdón y reconciliación, y hay compasión a raudales.
Ya no hay Andy Serkis ni César, nos situamos 300 años más tarde y sus cenizas han dado paso a la leyenda. ¿Cómo será interpretada por los futuros simios y humanos?
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