Hay una secuencia en la serie en la que Jack Irish entra en su bar de toda la vida, el bar que utiliza de oficina (instalado en el cuarto donde se guardan los barriles de cerveza y el papel higiénico), y el dueño le ofrece probar la cerveza de un nuevo grifo que ha instalado, le dice que es cerveza artesanal.
Jack le dice que no, gracias, que le ponga la de siempre.
Pruébala, que a esta te invito yo, insiste.
Por la cara de Jack se ve que piensa: cerveza gratis… bueno, tampoco puede estar tan mala, pero resulta que sí lo está.
Se la endosa al colega que tiene al lado y vuelve a pedir una de las de siempre, bien fresquita.
Y eso es lo que vamos a disfrutar en esta serie donde la media de edad de los personajes es de cincuenta años para arriba, salvo raras excepciones.
Un detective apaleado que encuentra más sentido a la vida en una cerveza, en un vaso de whisky o en charlar con los colegas, que en un matasanos del coco que te cobra noventa euros la hora (con la de cervezas que se puede tomar uno con ese dinero).
En el papel de Jack Irish está Guy Pearce, el compadre de Memento. La serie es australiana, y también hay un desfile de secundarios que están que se salen.
Los tres abuelos que se pasan la vida sentados en la barra del bar, cada uno con su taburete asignado, son tremendos.
La acción se desarrolla en Fitzroy, suburbio de la ciudad de Melbourne, de donde nunca ha salido ninguno de los protagonistas, y Manila, la capital de Filipinas.
Una serie por los buenos viejos tiempos.
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