Ripley es un personaje oscuro como pocos, pero tanto en las novelas de Highsmith como en sus correspondientes películas, el lector/espectador no puede evitar empatizar con un tipo que, objetivamente, es de lo más siniestro. Y lo es porque su maldad es una maldad "cotidiana" si bien llevada al extremo. O sea, es un criminal, pero no del tipo habitual que imaginamos en plan asesino en serie. Ripley podría ser tu vecino del 3º Izquierda al que le das los buenos días todas las mañanas en el ascensor. Ripley es un embaucador y a veces sus intenciones parecen planificadas, cuando en realidad son impulsivas. Tampoco quedan claras sus inclinaciones sexuales (si las tiene). En realidad no sé cómo explicarlo y, tal vez por eso, por su ambigüedad (malvada), resulta un personaje de lo más fascinante.
La visión de Ripley en esta serie es tal vez la más realista. Además, quién lo diría, hay momentos puntuales de humor (y no necesariamente negro) que humanizan a un personaje que en realidad es bastante psicópata.
Otra cosa interesantísima es que es una serie tan visual que más que televisión es prácticamente cine. Me explico. Cualquiera que sepa un poco del séptimo arte, sabe que el cine debe mostrar y no contar. Si algo puede ser explicado mediante una imagen, que es su lenguaje natural, mejor que hacerlo con palabras. Tú, como espectador, ves lo que hace este personaje y por sus actos derivas sus pensamientos. Al punto que terminamos pensando como lo hace él. Y hay un episodio en donde casi no hay palabras y es de lo más absorbente y cinematográfico. Además, el blanco y negro, refuerza mucho más el poder de sus imágenes y de la trama.
La visión de Ripley en esta serie es tal vez la más realista. Además, quién lo diría, hay momentos puntuales de humor (y no necesariamente negro) que humanizan a un personaje que en realidad es bastante psicópata.
Otra cosa interesantísima es que es una serie tan visual que más que televisión es prácticamente cine. Me explico. Cualquiera que sepa un poco del séptimo arte, sabe que el cine debe mostrar y no contar. Si algo puede ser explicado mediante una imagen, que es su lenguaje natural, mejor que hacerlo con palabras. Tú, como espectador, ves lo que hace este personaje y por sus actos derivas sus pensamientos. Al punto que terminamos pensando como lo hace él. Y hay un episodio en donde casi no hay palabras y es de lo más absorbente y cinematográfico. Además, el blanco y negro, refuerza mucho más el poder de sus imágenes y de la trama.
"No cabe duda de que Patricia Highsmith creó un icono de la literatura universal y de la cultura moderna con el personaje de Tom Ripley en su novela El talento de Mr.Ripley (1955). Un referente de asesino con mentalidad de psicópata, pero que todos conocemos y con el que todos podemos empatizar. Es precisamente eso lo que destaca de esta adaptación en formato de miniserie de ocho capítulos. La interpretación de Andrew Scott es algo que no habíamos visto antes en Ripley.
Llena de matices, prestando atención a todos los detalles, incluso la forma de firmar de Ripley, y le dota de humanidad. Un hombre que pertenece a la clase obrera neoyorkina y que encuentra la forma de buscarse la vida. Un gran ejemplo del género eat the rich.
La mayor diferencia con la adaptación para la gran pantalla de Anthony Minghella de 1999, en la que veíamos a un Ripley mucho más sobrio interpretado por Matt Damon, es su fidelidad. Aquí vemos la adaptación perfecta de la primera novela, vemos representada la sexualidad y moralidad ambigua de Ripley. Así, Steven Zaillian se ha mantenido fiel al espíritu del original y ha creado un guion abierto, en el que vemos como la sensación de culpa y las mentiras se van apoderando del personaje principal. Porque, al final, el sentimiento de no ser visto y marginado por la sociedad es algo que todos podemos llegar a sentir en algún momento.
Además, otro elemento destacado de la miniserie son las localizaciones. Nápoles y Roma se convierten en dos elementos esenciales. Se integran en la historia y que añaden aún más sensación de decadencia y melancolía a la atmósfera y la imagen. El director y creador ha declarado que quería que la atmósfera recordará a La dolce vita (1960). Aunque, también tiene referencias a la emblemática saga de Bond. Lo consigue a la perfección con el uso de los espacios y la imagen en blanco y negro. Y, nos hace darnos cuenta de que lo que no se dice es igual de importante que lo que escuchamos.
En conclusión, Ripley supone una adaptación brillante y una vuelta a los orígenes de la novela de Highsmith. Un homenaje al material original en el que Andrew Scott nos reafirma su capacidad para convertirse en un camaleón de la interpretación. El actor despliega todas sus capacidades para hacernos sentir miedo, ternura, melancolía, interés y empatizar con un personaje que, teóricamente, se convierte en el villano. La historia y las interpretaciones te atrapan y hacen que el viaje de los personajes se sienta como algo desconocido"
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