Se comienza en Cannes para empaparse del glamur del cine, haya festival o no. De allí a Antibed, una ciudad antigua, calles medievales, lujo moderno y la magia de Picasso. Si nos omanificamos bien llegaremos a Niza a la hora de comer y podremos disfrutar del epicentro gastronómico de la Costa Azul. De allí a Villefranche sur mer y la bahía que de deja sin aliento para observar Cap Ferrer y el lujo absoluto. Ir hasta Mónaco y su estación subterránea a un paso del palacio real y terminar en Menton con los limones y todos los cítricos que nos enseñan la verdadera Costa Azul sin el glamur.
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