La historia tiene gran fuerza desde sus primeros planos, y no tiene concesiones en el argumento.
El territorio y la naturaleza aparecen como unos protagonistas más del film, a los que un espléndido Richard Harris y sobre todo John Huston –en uno de esos papeles estrambóticos que tanto gustaba hacer- ayudan a dar credibilidad e ironía en cada secuencia. No es tampoco una película panteísta o proindia, es simplemente un retrato objetivo de un mundo el de los colones y cazadores que distaba mucho de acercarse a los caballeros de pelo engominado y dientes de porcelana que vemos en otros westerns, que tienen otras virtudes pero desde luego no la del realismo.
Alejada de los cánones de hoy en día, pero por eso entretenida para los qie amamos el cine.
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