¿La batalla contra qué? ¿Contra los enemigos invisibles que plantean una nueva forma de arrasar la vida humana? ¿La necesaria comprensión que el paisaje de lo que le rodea es por completo nuevo. See regresa a su punto central para apuntalar la idea ingeniosa, pero irregular que convirtió a la serie en un pequeño fenómeno discreto. El futuro de seres mutilados que aprendieron que más allá de sus limitaciones habita un mar de habilidades, se renueva.
Lo logra con habilidad al poner a Baba Voss de nuevo en medio de una transformación. De cabeza visible de una tribu, a padre que esconde un secreto, asesino de su hermano y ahora, a cargo de salvar la esperanza. ¿Quién es la figura a la que su hermano Edo tachó de cobarde? ¿Quién es el hombre que venció la resistencia de volver a la civilización por un objetivo que le supera?
See siempre tuvo en cuenta que su principal fortaleza eran las transformaciones de una sociedad apocalíptica. Un argumento trillado que, sin duda, habría resultado tedioso de no evolucionar. La serie experimentó con sus ideas para crear otras, pero sin perder su centro medular. Y esa fidelidad a su núcleo es lo que logra que su final sea una discreta celebración a la supervivencia.
Quizás, sea uno de los elementos más reconocibles de la producción. Esa falta de artificio para narrar la lucha por sobrevivir, en un mar de penumbras, en medio del miedo y la búsqueda de un objetivo. See logra hacerlo con una elegancia que se agradece y también, llegar a una conclusión casi satisfactoria en su lógica. Una despedida a una narración sobria que nunca perdió su sentido de la identidad en medio de los constantes cambios que debió padecer para crecer.
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