Los mimbres de esta temporada son casi calcados a los del resto de la antología: John Luther deambulando siempre entre la legalidad y la moralidad, el secuestro del hijo de un jefe mafioso, un asesino que despliega sadismo a espuertas, una nueva compañera y el retorno de su pecado no confesado, una especie de fantasma de las Navidades pasadas.
Una vuelta al ciclo ya conocido en el día a día de Luther: la atracción fatal por Alice que le genera un conflicto inevitable con su deber como policía. La dinámica entre ambos personajes es el vector que dinamiza la serie (como lo hizo en temporadas pasadas), pero que resulta cansina, quemando en cierto modo una relación que por momentos llegó a ser fascinante.
Como toda producción de la BBC, no hay personajes pequeños por secundarios que sean. Así, repiten el jefe de Luther, el DSU Martin Schenk (Dermot Crowlel) y su mejor amigo, Benny Silver (Michael Smiley). De igual modo, el matrimonio de sádicos, Jeremy y Vivien Lake (Enzo Cilenti y Hermione Norris, respectivamente), así como el propio George Cornellius (Patrick Malahude), resultan atractivos, tanto en sus roles como en sus objetivos, siendo uno de los puntos fuertes de esta temporada.
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