Al llegar allí la nave está al lado de la. casa de Javier Zulema, también es casualidad. La reunión está bien y el reparto de cajas llena el coche hasta los topes.
No nos quedamos a comer porque Ricardo tiene médico con el niño a las 4. Lo que sín hacemos es tomar una caña a la salida de Salamanca. Nos pasa una cosa curiosa, no había nadie en la barra y una chica que llega desde el restaurante nos atiende. Inmediatamente sale y pega una bronca tremenda a tres camareros que se estaban tocando las narices. Por cierto, las tapas buenas y baratas, mucho más que en León.
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