Pero la atracción de la cinta me hace seguir viéndola desde ahí porque es inevitable ver esta escena, la de la estación de tren (aungustiosa por lo que sabemos que se está jugando la chica), la del bar (que maravilloso juego de sombras en la calle y que tensión con el vendedor de globos), la de las alcantarillas (portentosa) y la del cementerio (quién no se identifica con Joseph Cotten?).
Y la música?
CINE, así, con mayúsculas.
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