Nada más salir nos encontramos con la colosal presa de Bratsk, después Severobsikalsk con sus fuentes termales, montañas nevadas, estaciones modernistas, edificios neoclásicos en Komsomolsk y, finalmente, el Pacífico.
Puro sabor soviético con obras de arte dedicadas a las proezas de la construcción, propaganda para el gobierno. Pero sin olvidar que pasamos por la región de los Gulags.
Una línea al fin del mundo
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