El intento de golpe de estado en Turquía nos sorprendió en un autobús a mil kilómetros de Estambul, en el noreste. Allí, los militares tomaron el aeropuerto de Atatürk, desde donde debíamos volar a casa. Para evitar Ankara, redujimos el viaje en tren al tramo final y nos acercamos visitando la costa. Las playas seguían en calma y las terrazas olían a pescado frito.
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