En los últimos años cada contrato que hacemos, cada gestión que emprendemos termina en una reclamación. Teléfonos móviles, bancos, ... Pero lo de los seguros de salud es brutal. Que falta de empatía. Aquí no se trata de dinero, juegan con la vida.
Pero tenemos suerte. Nosotros podemos pagar el tratamiento. Luego ha reclamaremos. ¿Qué pasa con los que no pueden o no tienen alternativa?
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